TIA Y SOBRINO BESO
Mordió su labio. Sonrió, arqueó su ceja y me dijo: — Juguemos. Me encanta jugar. No se me ocurren muchas preguntas. No me creo que no haya nada en mí que no te genere curiosidad. Vivo con mis padres. Sonreí al tiempo que arqueaba mi ceja izquierda.
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Cuando tenía 25 años, salí con unos amigos a una fiesta porque individuo de ellos cumplía años. Entre tanta gente vi a una hermosa madama, de cabello rubio, largo. Pasé un buen rato hablando con ella porque me la presentó una amiga y de inmediato sentí química: reíamos y las conversaciones eran fluidas. Al experimentar lo que me decía Reinaldo, enseguida entré en un cuestionamiento muy fuerte sobre mi orientación sexual.